Solo invitados de excepción ostentan el honor de activar los sofisticados juegos de esclusas del Canal de Panamá. Antes de su ampliación, los homenajeados giraban despacio una manivela con la cual se daba inicio el tránsito de los barcos.
El presidente Iván Duque Márquez fue objeto de ese reconocimiento, y con su mano derecha pulsó el botón de la armonía entre Panamá y Colombia.
Los dos países vecinos llevaban varios años de navegar a distancia en una tensa calma. El último acto radicó en la advertencia del precedente gobierno colombiano, días previos a la posesión de Duque, de acudir a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos para presentar una queja contra Panamá referente a un intercambio de información financiera de empresas y ciudadanos colombianos domiciliados en el istmo.
La advertencia resultó una falsa alarma. Y entonces el presidente Juan Carlos Varela cumplió su palabra de acompañar a Duque en su toma de posesión el pasado 7 de agosto. Se sentó en el estrado principal junto a otros presidentes. Estuvo atento en todo momento y entusiasmado en lo posible y custodiado siempre por un paraguas. La tarde bogotana obligó al mandatario colombiano a fajarse un discurso de improviso a los tres minutos de iniciada la ceremonia, cuando se descolgó un aguacero inmisericorde y unos vientos tifónicos arruinaron el sistema de telepronter donde debían aparecer, una a una, las frases escritas de antemano por el nuevo presidente de Colombia.
Duque devolvió las atenciones de su homólogo panameño con la visita del lunes de la semana pasada. Un cielo opuesto al de la posesión del 7 de agosto enmarcó la cumbre de “relanzamiento de las relaciones entre los dos países”, según la respuesta a la pregunta de la reportera del diario La Prensa, Eliana Morales.
“Si usted quiere llamarla relanzamiento, llámela así. Esta reunión es un mensaje muy claro. Primero, de parte mía, como presidente de Colombia, de hacer aquí mi primera visita oficial a otro país. Segundo, porque creo que hay una gran voluntad para resolver los temas bilaterales con un plan de trabajo buscando el mayor beneficio para los dos países”, enfatizó Duque en una entrevista postrera, la única, antes de regresar a Colombia después de una jornada de 12 horas continuas con el mandatario panameño Juan Carlos Varela.
Parada en Cocolí
El buque era un portacontenedores postpanamax de bandera de Portugal, construido en 2003 y de 75 mil 590 toneladas brutas. Y al abrírsele el paso, se encaminó hacia el Pacífico por entre el puente de las Américas. En el cuarto de operaciones de las esclusas de Cocolí donde está el botón de acceso, se quedaron departiendo los dos mandatarios, la canciller de Panamá, Isabel de Saint Malo de Alvarado; su homólogo colombiano, Carlos Holmes Trujillo; el administrador del Canal, Jorge Quijano; el subadministrador, Óscar Vallarino; el ministro de Estado para Asuntos del Canal, Roberto Roy; el ministro de Comercio e Industrias, Augusto Arosemena, más toda la delegación de Colombia, alrededor de 35 personas.
La parada en las esclusas se alargó más de lo previsto. Las dos delegaciones tenían programado llegar a las 3:30 de la tarde, saludar a las máximas autoridades canaleras, hacer un recorrido por el área y salir para el Hotel Central, en el Casco Antiguo. Allí, en el lobby de madera ocupado por un inmobiliario chic, aguardaba parte de lo más granado del sector empresarial panameño–colombiano afincado en el istmo, sin saber que el paso de un inmenso barco de bandera portuguesa demoraba a los invitados colombianos en el Canal.
En definitiva, ese tránsito y el homenaje a Duque pueden constituirse en la largada de una nueva era de las relaciones binacionales. “Disfruté mucho ese momento”, comentó Duque antes de ingresar con Varela a la cumbre empresarial.
“El encuentro con el sector privado fue muy importante. Los dos presidentes nos reunimos con empresarios de ambos países. Colombia tiene más de 200 empresas invirtiendo en Panamá, generando empleo y valor agregado en este país. Esta reunión permitió ver cómo crece nuestra relación. Hubo sugerencias en temas específicos de los empresarios, que son cuellos de botella por resolver, y que fueron bien acogidos por parte nuestra para incluirlos en el plan de acción comercial y fiscal. Quisiera que en los próximos cuatro años, en mi gobierno, el comercio binacional supere rápidamente ese umbral de los tres mil millones de dólares”, sintetizó el mandatario colombiano en la entrevista.
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Un repaso por las cifras, algunas enunciadas por Duque, ponen de relieve el estatus de los negocios de los dos vecinos. En 2017 los flujos de inversión extranjera directa de Panamá en Colombia fueron de mil 403 millones de dólares, pero en la vía opuesta ascendieron a 740 millones de dólares. En el periodo 2000–2017, Panamá registra un flujo acumulado de inversión extranjera en Colombia de 20 mil 503 millones, y es el segundo de la lista de países inversores. Colombia totaliza en este lapso la suma de 8 mil 211 millones. (Ver recuadro: Inversiones y balanza comercial).
Son millones de dólares que pueden esparcirse más allá de los segmentos económicos tradicionales. Dicen que Duque tiene la fórmula para irrigar el dinero de una manera más vertical y cobijar a los pequeños y medianos emprendedores, y para evitar que las relaciones de los dos países se queden solo en estrategias contra la droga, el crimen organizado y la trata de personas.
Su idea quizás llegue hasta la nuez de los retos comunitarios y potencie actividades de desarrollo común a los dos lados de la frontera. El mandatario es coautor, con Felipe Buitrago, de la Economía Naranja, una propuesta de desarrollo sustentada en la cultura de los servicios y la innovación. En este sentido, sostiene, Panamá las tiene todas consigo.
“Conectar el turismo con las industrias creativas es algo que este país viene haciendo bien. Lo veo en el Festival de Cine, el Museo de la Biodiversidad, el aumento progresivo de la industria cinematográfica. Es importante el desarrollo de las aplicaciones móviles. Se escuchan propuestas musicales diferentes. Veo el entusiasmo de los diseñadores gráficos panameños que están ofreciendo sus servicios en el mundo”.
Toda una serie de actividades listas para articularse a través del esfuerzo oficial. Según Duque, el Estado debe comprender que “esos sectores no crecen de manera silvestre”, y promover y facilitar su desarrollo con incentivos fiscales, apertura de mercados, realización de infraestructuras propicias para la creatividad.
“Tenemos que entender que la economía naranja es algo serio. Genera muchos empleos, impulsa el bienestar. Tiene la posibilidad de convertirse en una nueva frontera del comercio de bienes y servicios. Si Panamá incorpora esta propuesta y si se tiene en cuenta la creatividad de este país, no me cabe la menor duda de que la economía naranja será una promotora del desarrollo del istmo”.
Suscrita en la mañana del lunes de la semana pasada, la declaración conjunta firmada por Varela y Duque cristalizará el propósito estatal de fomentar la economía naranja en Panamá. El documento contiene 25 puntos, y uno de ellos, el 17, destaca cómo los dos mandatarios se refirieron a la “relevancia” de una marca país como parte del posicionamiento del Estado en el exterior, la atracción del turismo y la estimulación extranjera.
El presidente Varela agradeció a su homólogo la oferta de apoyar a Panamá en sus esfuerzos de consolidación del sello panameño a través del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y la agencia de promoción Pro–Colombia. El panameño “instruyó a la Autoridad de Turismo de Panamá” para adelantar las acciones respectivas “a la mayor brevedad”.
Sin tiempo que perder, menos de 48 horas después de la cumbre se reunieron el director de Imagen País y Pro–Colombia, con el objetivo de desarrollar un logo–símbolo y un eslogan y un programa de buenas prácticas de promoción del turismo. Esta semana el ministro Augusto Arosemena estará en Bogotá. Es posible que su agenda temática incluya el inicio de la incorporación de Colombia en la ruta del turismo panameño. El afianzamiento de las relaciones de Panamá con China avizora la visita de sus habitantes al istmo, en planes de viaje extensibles hasta el otro lado de la provincia de Darién.
Receta naranja
En el Salón Amarillo del Palacio de las Garzas se cumplió la suscripción de documentos entre los dos mandatarios. El presidente Duque se extasió con los retratos al óleo de los presidentes de Panamá. Empezó a descubrir nombres conocidos en la historia de ambos países. Cayó en la cuenta de que compartieron la misma trayectoria política durante casi todo el siglo XIX y en los albores del XX. Entonces se dio a la tarea de describir apartes biográficos de Rafael Núñez, José Domingo de Obaldía y otros jefes de Estado. Parecía una Wikipedia.
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Siguió el almuerzo en el Salón de los Tamarindos. El menú, dice uno de sus asistentes, fue una exquisitez y un tributo a la tendencia global de las fusiones culinarias. De entrada, centollo. El plato principal fue un steak acompañado de verduras y suflé de plátano. Los comensales bebían vino tinto Don Melchor, un Cabernet Sauvignon alabado por los eruditos en licores finos. En las copas alargadas de cristal se vertía vino blanco Alvariño, una delicia producida con uvas de Galicia, España. De postre, un helado de frutos rojos para endulzar a los invitados y refrescar su paladar después de haber soportado felices los 33 grados de temperatura de la mañana. El Puss-café entonó el final de la jornada: un ron Centuria servido en vasos de coñac con un gran hielo en el medio.
“Realmente es maravilloso lo que tiene Panamá en términos gastronómicos. En Coclé he disfrutado de la comida interiorana —como le dicen acá—. Y la capital ha logrado combinar la diversidad gastronómica resultante de un punto de encuentro de tantos países, de un cruce de caminos. Un gran amigo de mi infancia me invita cada vez que vengo, a comer comida de mar servida con todos los acompañamientos panameños. Ojalá el mundo pudiera conocer esta maravillosa expresión culinaria. La economía naranja ayuda a cumplir este cometido”.
El Hotel central
Las delegaciones recorrieron en helicóptero la franja del Canal. Se detuvieron en Cocolí, como ya se dijo, y de allí salieron en una caravana de automóviles hacia el Hotel Central. Casi en la noche empezó la cumbre empresarial a puerta cerrada.
Los fotógrafos y camarógrafos de los medios de comunicación tomaron imágenes por unos cuantos minutos. Tras una hora de diálogo se escucharon los aplausos. Unos cuantos respiraron con alivio. El éxito de la cita con el sector privado pendía de las conversaciones en la mañana sobre las diferencias ventiladas ante la Organización Mundial del Comercio. La firma de la declaración conjunta antes del medio día fue algo así como una catarsis tras años de relaciones próximas al congelador.
Los empresarios y demás invitados quedaron muy agradecidos por el diálogo transparente y cordial durante la reunión, a tal punto que pudieron hacerles preguntas a los dos presidentes. En cuanto a las decisiones de la Organización Mundial del Comercio, Duque sostuvo en la entrevista para Martes Financiero: “Nosotros no podemos quedarnos en el pasado. Los dos países debemos mirar cómo procedemos para fortalecer esa relación comercial, y darnos cuenta de dónde están los cuellos de botella para corregirlos. Propiciar, por ejemplo, un acuerdo aduanero o de preferencias arancelarias específicas, de tal manera que se fortalezca nuestro vínculo comercial”.
Duque recordó uno de sus primeros viajes a Panamá. “Vine en el año 2009. Hablaba en ese entonces con Mónica Kupfer y mirando la obra de Olga Sinclair se empezaba a notar el movimiento de nuevos artistas capitalinos que inspirados en el legado de la pintora, o de otros, o llevados por su propio instinto, multiplican ese legado cultural”.
El mandatario ha estado unas 10 veces en este país. Conoce varias de sus provincias, el área metropolitana de la capital, barriadas como de postal y callejones bajo la sombra. Ha hablado con muchos panameños, acá y en Bogotá y en Washington, la capital estadounidense donde Duque vivió 13 de sus 42 años de edad en calidad de funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo.
Aquí es amigo de expresidentes, artistas, empresarios y periodistas. En síntesis: un colombiano como tantos, que antes de llegar a la Presidencia se pegaba la escapadita a Panamá. Pero que ahora firmó con su homólogo Juan Carlos Varela la promesa de fortalecer las relaciones de ambos países.
Visión de duque en dos temas clave de la relación binacional
📷Interconexión energética:
“Se abordó este tema en la cumbre. La ministra de Minas y Energía de Colombia, María Fernanda Suárez, y su equivalente en Panamá, tuvieron un diálogo muy fructífero. En esta integración ganan los dos países, y tiene que ver con la seguridad energética. Los países estamos siempre sujetos a los vaivenes del clima, expuestos a los cambios hidrometeorológicos, que pueden afectar el suministro de energía. El hecho de contar con una interconexión eléctrica permite mantener flujos permanentes en casos de déficit del servicio. Hace unos años Colombia padeció una situación difícil con un fenómeno de El Niño prolongado. Tuvimos una afectación en una de nuestras centrales, y lo que permitió a nuestro país disponer rápidamente de energía fue la interconexión con Ecuador”.
“El hecho de tener una interconexión con Panamá permitirá que en caso de llegar un estrés energético, Colombia pueda entrar a ayudar, o viceversa. Pero al margen de eso, permite abaratar los costos de la energía en los dos países. Creo que desde el punto de vista de seguridad energética, tiene todo el sentido. Y me parece que ya hay avances en materia social y ambiental para poder definir los trazados y avanzar rápidamente en alcanzar esa integración, ojalá antes del año 2021”.
Manejo de información según estándares de la OCDE:
“Este es un tema en el cual se viene avanzando y hará parte del plan de acción entre los dos países. Hoy opera por solicitud de parte, y obviamente [que] las solicitudes tendrán que presentarse para conocer la velocidad con la que se están respondiendo. Me parece que debe irse avanzando en el tema de la automatización, que beneficia a los dos países. No solo es un tema en favor de Colombia, sino también de Panamá. Decidimos incluirlo en el plan de acción junto con los temas de comercio, para que en los próximos meses podamos tener una respuesta que nos satisfaga a los dos países”.